Continuando con el tema del artículo anterior, en éste trataremos la forma en que se manifiesta el embarazo ectópico y los medios diagnósticos y terapéuticos que disponemos en la actualidad.
El embarazo ectópico puede evolucionar hacia una resolución espontánea, el aborto tubárico, la rotura o incluso la reimplantación en la cavidad abdominal.
Actualmente, los cuadros clínicos graves han ido decreciendo en frecuencia, encontrándonos un número mayor de pacientes asintomáticas o con escasos síntomas. Esta situación, derivada de la aplicación de nuevas técnicas diagnósticas, permite una detección precoz y la aplicación de tratamientos menos agresivos, pero también el diagnóstico de casos que, en condiciones normales, hubieran pasado desapercibidos por evolucionar hacia la resolución espontánea.
Aunque clínicamente el embarazo ectópico puede presentar una gran variedad de síntomas, clásicamente se ha considerado que la presencia de dolor abdominal y sangrado vaginal en el contexto de un retraso menstrual aconseja descartar su existencia.
El dolor suele ser un dolor abdominal bajo aunque puede referirse a cualquier zona del abdomen e incluso cursar como dolor en el hombro, consecuencia de la irritación diafragmática derivada de la presencia de sangre dentro del propio abdomen.
Los hallazgos en la exploración física pueden evidenciar la presencia de un tumor anexial (localizado en ovarios y/o trompas), dolor a la presión sobre esos tumores, dolor a la movilización del cérvix uterino o dolor al tacto en la zona retrouterina, en el llamado fondo de saco de Douglas.
El mayor avance que se ha producido en el proceso diagnóstico ha venido de la mano de la ecografía y de las determinaciones analíticas.
La ecografía, especialmente la que se realiza vía vaginal, permite la visualización de un embarazo intrauterino a partir de la quinta semana de gestación (tres semanas postovulación), lo cual descarta, en la mayoría de los casos, el embarazo ectópico.
Y hablamos de la mayoría de los casos porque puede darse el llamado embarazo heterotópico, es decir, la coexistencia de un embarazo ectópico y un embarazo intrauterino normal.
Las determinaciones analíticas, sobre todo la beta-HCG (gonadotropina coriónica humana) son útiles para la orientación diagnóstica del embarazo ectópico.
Esta hormona, sintetizada por las células que darán lugar a la placenta, duplica su concentración en sangre cada dos o tres días en condiciones normales, mientras que en pacientes con una gestación ectópica, su incremento es mucho menor.
La progesterona en sangre también se ha utilizado en el proceso diagnóstico del embarazo ectópico, aunque ha demostrado ser más eficaz en la predicción de la evolución de una gestación.
TRATAMIENTO DEL EMBARAZO ECTÓPICO
Hasta finales del siglo XIX, el tratamiento del embarazo ectópico consistía en la mera observación de la evolución del mismo, lo cual suponía una tasa de mortalidad del 70%. Con la introducción de las técnicas anestésicas y quirúrgicas, la extirpación de la trompa afectada se convirtió en el tratamiento de elección.
Los tratamientos han evolucionado con los años, buscando métodos menos agresivos, que produzcan menos complicaciones sobre la paciente y su fertilidad futura, y que permita una recuperación clínica más rápida y sencilla.
Aún así, actualmente podríamos seguir planteando una actitud expectante, es decir, la observación y control clínico, analítico y ecográfico de la paciente, aunque esta situación quedaría reservada única y exclusivamente a unos casos muy concretos y con unas condiciones muy específicas.
El tratamiento farmacológico tiene como objetivo la resolución de la patología promoviendo el aborto tubárico o bien induciendo la reabsorción del embarazo ectópico. Aunque son varias las sustancias que se han utilizado, la que mayor difusión tiene en la práctica clínica es el
metotrexato, aplicado vía intramuscular o localmente mediante punción sobre el saco ectópico.
El tratamiento quirúrgico actual se basa en la
laparoscopia, una técnica endoscópica que permite el acceso a la cavidad abdominal y pélvica a través de unas incisiones muy pequeñas con una recuperación tras la intervención mucho más rápida.
La intervención quirúrgica puede oscilar desde la extirpación de la trompa afectada a la incisión sobre la misma, en el lugar en el que se identifica la presencia del embarazo ectópico, con aspiración del tejido contenido allí.